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Los hijos del divorcio II

«Cuando un buque se está hundiendo, a todos los pasajeros se les proporcionan salvavidas. Cuando un matrimonio llega a su fin, sobreviene una condición similar de emergencia, sólo que en tales casos nadie le arroja el anhelado implemento». (Florence Bienenfeld)

Hemos visto cómo jueces y abogados quieren manejar el divorcio con leyes frías, obsoletas y supuestamente ‘razonables’. Este es un proceso afectivo difícil y muy determinante en la vida de seres inocentes. Los niños implicados en este proceso no pueden defenderse. Esos seres a quienes «supuestamente» la ley y sus padres deben defender. Tristemente ambos están desarmados para hacerlo; los padres porque no han podido superar su rabia y dolor y la ley porque no se sabe aplicar y se olvida que nada está por encima de la salud mental y emocional de un menor, ni siquiera la ley.

¿Qué lleva al divorcio? ¿Dónde se va esa magia que une a la pareja de novios? ¿Cuándo se perdió la pasión y se convirtió en esa rabia con que hoy, después del divorcio, dañamos a nuestros hijos y a nosotros mismos? Pasan muchas cosas y aquí quiero comenzar con algo fundamental y que es olvidado constantemente por las parejas y las familias: al casarnos y tener hijos, nos olvidamos de ser pareja y nos concentramos en ser padres.

Me preocupa sobre manera cuando una pareja me dice «con orgullo» que sólo salen con sus hijos, que son una familia «muy unida» ya que no van a ningún sitio si no van todos y que disfrutan mucho esto. No salen solos a ninguna parte, porque «tienen» que cuidar ellos mismos sus hijos y no confían en nadie para dejarlos. Sigo preocupándome. ¿Por qué? porque es más importante que la pareja funcione, a que la familia funcione. Simple, es imposible que exista estabilidad en la familia sino existe en la pareja. Lograr esto es la meta que todo matrimonio debe tener y para ello es necesario cuidar la relación, el vínculo tan especial que unió a esa pareja de novios. La comunicación, la sexualidad, el afecto, el compromiso, la intimidad, el pasar tiempo juntos y solos, el ir a bailar o pasar un fin de semana solos, sin niños, es imprescindible para mantener esa pareja, y por ende, darle seguridad y armonía a los hijos.

El mejor y más hermoso legado, que podemos dejarle a nuestros hijos, es el ejemplo de lo que es una pareja funcional. Ya lo dice Bárbara de Angelis: Amor=hogar. Si el hogar fue un desastre, nuestros amores futuros lo serán también. Los niños no hacen lo que ustedes les dicen que hagan sino lo que ustedes hacen, terminan copiando el ejemplo, el modelo de lo que han vivido, aunque lo hayan odiado. Una mala relación de pareja es un boleto seguro para que sus hijos tengan matrimonios desastrosos, una sexualidad disfuncional, baja autoestima y poco respeto por sí mismos. En fin, una zapata que no permite construir nada sobre ella.

Toda la sociedad y sobre todo las leyes y los tribunales deben contribuir en ayudar a los padres que se divorcian a crearle a sus hijos un ambiente seguro y edificante a pesar de la separación. Sólo entonces sus hijos podrán recuperarse y sanar, para posteriormente prosperar y triunfar. Formar niños que sean triunfadores y felices a pesar del divorcio de sus padres. Este resultado está a su alcance y al alcance de todos. En la siguiente entrega les contaré cómo.

¡Seguiremos con este tema!

 

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