Cuando un amigo se va, queda un espacio vacío…que no lo puede llenar la llegada de otro amigo» Alberto Cortez
Se llamaba Susie Marie Álvarez, era quien siempre me recibía cuando llegaba a casa, cuando me enfermaba no se movía de mi lado. Si estaba triste, ella lo presentía y me miraba con sus grandes ojos café, parecía decirme: te entiendo, quiero que sepas que te comprendo. Hacía de manera natural lo que se debe hacer cuando alguien que amamos sufre, estar a su lado en silencio. Eso que la gente llama apoyo emocional.
A veces dormía conmigo, algo que yo odiaba, me empujaba de la cama, le encantaba MI ALMOHADA, yo amo dormir sola, moverme en libertad. Cuando quería que se fuera a la suya, me miraba de nuevo con sus ojazos color café y parecía decirme por favor déjame estar a tu lado, el corazón se me oprimía y aunque me doliera la espalda al otro día, la dejaba. Le encantaba mi comida, y yo como cuando era pequeña siempre comía lo que mi papá dejaba (lo mejor del pollo, lo mejor de todo) la entendía y le daba. Todos me peleaban, sobretodo mi hija Estefanía y después Diomare (mi hermana) al final, porque siempre la consentía como yo…ambas creían que con una dieta fuerte viviría más. Estaba viejita, muy enfermita del corazón, la artritis, las alergias, pero no queríamos verlo ni hablar de eso, en el fondo todos temíamos que se fuera.
Jamás creí que lloraría tanto por ella, jamás pensé que el lazo emocional que nos unía era tan fuerte. El 12 de Julio del 2007 Susie dejó de existir, mejor dicho, de respirar. Siempre estará con nosotros, en las fotos, los videos, los recuerdos y en nuestros corazones. Momentos antes de morir me llamo el médico, me dijo que no podía casi respirar, que si queríamos verla con vida deberíamos ir ahora, yo le conteste, Dr. acabo de llegar a Chicago con Estefanía, pero Diomare y Amable irán. ¿Está sufriendo mucho? Si, voy a ponerle algo para el dolor y para que duerma…es posible que no despierte, usted decide. No la deje sufrir, le dije y estalle en llanto en pleno ascensor del hotel, le pase el celular a Estefanía. Ella con mucho más calma que yo le confirmó que la calmara y no la dejara sufrir, si moría moriría tranquila.
Llegue a la habitación, la belleza de Chicago me abofeteaba, el lago inmenso, bajo un cielo azul hermoso, sus rascacielos…pero no podía parar de llorar. Fijo en mi mente estaban sus hermosos ojos esa mañana, alrededor de las 5:30 AM, antes de salir al aeropuerto, cuando me acerque y le dije adiós Susie. Estalle en llanto y no pude abrazarla, sabía que era la última vez que la vería con vida, me miró largamente, dulcemente, como siempre, a pesar de no haber casi dormido y respirar con dificultad. Ella también sabía que no me vería más, lo sé.
El celular vuelve a sonar, espero lo peor, pero era Univision Chicago, recordándome que debía estar lista para grabar algo para las noticias en media hora. Mire a mi hija y le dije, acabas de aprender la primera lección de este negocio y del que estudias, el cine. Ella me interrumpe y me dice, si mami, el show debe seguir. No sé como yo logre parar de llorar, me maquille y llegue al canal, pero NUNCA apague el celular, contestando a la reportera lo oí sonar, no lo pude tomar, pero sabía que Susie había parado de respirar.
El amor a los perros es normal. Estoy segura que he hecho lo correcto cuando se pierde algo querido: LLORAR, LLORAR, LLORAR y LLORAR. En la calle, en el avión, en la ducha, sola, frente a los demás. Llorar al amigo más fiel de un ser humano, nuestros perros.
“Reprimir el duelo tras perder a un ser querido puede generar ansiedad, depresión y problemas físicos”
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