Siempre recuerdo a mi compadre el Dr. Segundo Imbert Brugal, quien me decía que en la cama de toda pareja no hay dos personas, sino seis: la pareja actual y los padres de cada uno de ellos. La danza que bailen papá y mamá marca la danza que bailarán sus hijos en el mañana. ¿Puede entonces existir algo más importante que esto? Pienso que no.
Es triste vivir sin pasión e intimidad, como hemos visto a muchas de las parejas que nos rodean. Sabemos lo que hay que hacer, el punto es que para lograrlo necesitamos cambiar el paradigma actual de las relaciones hombre-mujer.
¿Qué necesita una pareja para vivir con pasión?
- Tener una relación realmente significativa, importante, donde se sienta amado, comprendido y cuidado.
- Crecer constantemente como ser humano y estar abierto al cambio.
- Comunicarse efectivamente e intentar cada día de que dicha comunicación se encuentre libre de críticas, descalificaciones, juicios y Sobre todo, comunicar los sentimientos, algo bien difícil para nuestros hombres.
- Celebrar las diferencias. Esto conlleva respetar la libertad de cada ser humano como un ser único y diferente a nosotros. Las cinco libertades de las que nos habla Virginia Satir:
Satir, Virginia. En contacto íntimo. Editorial Pax México. 30 de junio de 2008. México
Libertad de:
- Ser y escuchar lo que está aquí, en lugar de lo que debería ser, fue o será.
- Decir lo que uno siente, en lugar de lo que uno debería sentir y pensar.
- Sentir lo que uno siente, en lugar de lo que uno debería sentir.
- Pedir lo que uno quiere, en lugar de esperar el permiso para hacerlo.
- Correr riesgos por tu propia cuenta, en lugar de elegir solo lo que es ‘’seguro’’ y no arriesgarse.
- Ayudar a nuestra pareja a crecer y destacarse pero también decirle lo que pensamos, sin herirla, cuando creemos que ese no es el camino.
- Olvidarnos del machismo, del feminismo exagerado y por ende, replantearnos cómo debe ser el nuevo femenino y el nuevo masculino, para educar a los niños de acuerdo a esto.
Mientras tanto, aceptemos que estamos en una época de transición y entendamos que los hombres no son así, ni fueron educados de esa manera y que debemos contribuir a que entiendan estos cambios. Eso no quiere decir que aguantemos de todo como nuestras madres. Quiere decir que nosotras también tenemos que cambiar.
Las mujeres somos responsables de muchas de estas conductas. De hecho, muchas mujeres siguen fomentando el antiguo paradigma porque no se han preparado para hacerle frente a la vida. Quieren seguir teniendo a alguien que las mantenga, que las ‘represente’, que les pague las cuentas y les resuelva los problemas. Muchas mujeres se niegan a crecer. Otras rechazan un hombre tierno y débil, lo tildan de homosexual.
Si usted quiere un macho en la versión antigua debe entonces acostumbrarse a lo que trae ese pastel. Le advierto que ese no es el camino. Esa estructura de pareja fracasó y lo que deja a su paso es soledad, tristeza, infidelidad, abandono y enfermedad.
Como bien dice el doctor Pedro Savage, la pareja no es un espacio de felicidad sino un espacio de conflicto, un espacio para crecer. Si crecemos, podremos encontrar la felicidad. Pero la pareja no es el espacio que nos va a brindar felicidad así porque sí. Hay que trabajarla y crecer juntos. Nuestra sociedad nos ha complicado aún más las cosas. Sabemos que los hombres y las mujeres somos diferentes, venimos de diferentes familias de origen y como si fuera poco comenzamos «ese baile que es la pareja, oyendo música distinta».
Debemos educarnos unos a otros en lo que logramos esa pareja del futuro.