En una de mis tantas tesis —creo que fue la de mi maestría de terapia familiar—, un jurado me dijo que por qué usaba la teoría del apego, que era vieja y no estaba actualizada. ¡La ignorancia es atrevida! Lo que mejor nos ayuda a entender por qué amamos y qué nos lleva a elegir nuestra pareja es esa hermosa teoría. Se pensó por mucho tiempo que solo se aplicaba a los niños, pero actualmente sabemos que sigue incidiendo en nosotros cuando somos adultos.
Pero, ¿qué es el apego? Los seres humanos estamos sumamente influidos por nuestras relaciones con quienes nos cuidaron —y cómo nos cuidaron—, en la niñez.
El niño cree, hasta los 18 meses, que se encuentra en el útero de su madre. De ahí que “separarse de ella” es un proceso importante que decide muchas cosas, tales como la seguridad en sí mismo, la capacidad para tener una relación íntima con alguien, a quién elige para amar y su futuro como ser humano. Si fue rechazado, si no se sintió amado y, cuidado, si fue maltratado por sus padres o por quienes lo cuidaron (nana, abuelos, etcétera), a ese niño le será muy difícil superar tales vivencias. Desde pequeño será tímido, callado, difícil de relacionarse con los demás y un gran y triste etcétera.
La separación debe ser lenta. Entonces podemos ver qué tal fue el apego a la madre. Si fue bueno, el niño se va más fácil a jugar y se aleja de mamá sin miedo. Así, sin miedo, podrá enamorarse y entregarse.
Los niños maltratados y mal amados tendrán dos terribles miedos: a estar cerca emocionalmente (porque ya han vivido el abandono y les da terror repetirlo) y a estar lejos, emocionalmente, pues reviven el miedo a la soledad. El terror a la cercanía y a la lejanía les impide tener relaciones que funcionen y, al final, terminan con lo que más temen: soledad y abandono. “Ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio, contigo porque me matas y sin ti porque me muero”.
Gracias a estos estudios sabemos hoy que es un crimen someter a niños a estos abusos. Es como destruirlos y dejarlos sin base para construir un ser humano valioso, sin capacidad de insertarse en la sociedad y sin destrezas para vivir en el futuro.
El apego con esas personas que lo amaron, los ayuda a crear su personalidad. Cada persona que amamos profundamente es parte de nuestro ser, porque en esta relación crecemos y nos desarrollamos. Cuando perdemos a estas personas, porque mueren o se van, sentimos que algo de nosotros se ha ido con ellos. Como decía Alberto Cortez, “cuando un amigo se va, queda un espacio vacío, que no lo puede llenar la llegada de otro amigo”.
Si quiere saber por qué se enamora, recuerde que aprendemos a amar con quienes nos amaron siendo pequeños, y eso nos persigue toda la vida.