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¿Por qué se va el deseo?

Siempre recuerdo a una paciente que me decía:

«Yo quiero mis orgasmos de los primeros años de relación. Me niego a perderlos y ya no es igual”. Cada día más mujeres me dicen lo mismo y hasta algunos hombres se quejan. Sin embargo, casi nunca estamos frente a un problema sexual, sino a un problema de comunicación.

El sexo es comunicación. Si no comunicamos las cosas que no nos gustan, difícilmente vamos a poder comunicar los sentimientos hermosos como la pasión, el deseo y la ternura. ¿Y qué es el sexo sin estos sentimientos? Algo sumamente aburrido y poco gratificante.

Lo que estoy tratando de explicar es que no es bueno, ni sano emocionalmente hablando, el no decir lo que sentimos a nuestra pareja. No importa si eso que sentimos es rabia, dolor, angustia y frustración o muy por el contrario, ternura, afecto y amor.

Si queremos conservar los sentimientos positivos, esos mismos que sentíamos cuando empezó la relación, si queremos conservar la magia, la locura y la pasión, tenemos que expresar tanto los sentimientos negativos como los positivos.

Existen dos grandes problemas con relación a esto:

  1. Nos educan para no expresar los sentimientos. Sobre todo a los hombres les enseñan que «los hombres no lloran». Como resultado de esto, aprendemos a bloquear lo que sentimos y llegamos hasta a avergonzarnos de nuestras emociones.
  2. Normalmente, cuando queremos hablar de sentimientos difíciles, terminamos quejándonos, peleando y culpando al otro o a los demás de los problemas. La crítica es un veneno que impide lograr una buena comunicación. Si va a criticar a su pareja, mejor cállese y váyase a caminar por un buen rato.

El punto más importante es que tenemos que decir lo que sentimos pero tenemos que aprender a decirlo. No es sólo lo que se dice, sino cómo se dice. Y esto es válido para todo el mundo; padres, hijos, amigos, familiares, etc.

Es sumamente difícil controlarnos cuando estamos molestos. Si no lo puede hacer, escriba una carta a su pareja donde le explique lo que siente. No se la entregue hasta que no este más tranquilo y vuelva a evaluarla. Esto le servirá para desahogarse y poner sus ideas en orden. Cuando se sienta en control de sus emociones negativas expréselas pero sin herir, ni insultar.

Como regla de oro: Nunca pelee con la persona con quien tiene relaciones sexuales. Con esa persona tan especial para usted, se negocia, se expresa el dolor, se llega a acuerdos y se busca solución al conflicto, sin herirse mutuamente. De no ser así, no pida orgasmos «como al principio de la relación», no pida magia. Deberá conformarse con rutina y monotonía. ¡y por favor, no culpe de ello al sexo, ni al matrimonio!

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