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On Your Feet: el musical sobre Gloria y Emilio Estefan

En la fiesta en Nueva York de los 50 más bellos de la revista People en Español me encontré con Emilio Estefan. El día anterior había visto cerrar el Up Front de Univision con una canción del musical que ya lleva un año en Broadway. Le comenté a Emilio lo mucho que me había gustado esa pequeña muestra de On Your Feet y él gentilmente me invitó a verlo.

¡Como lo disfruté! Actuar y producir teatro y musicales durante tantos años me han convertido en un ser muy exigente a la hora de ver un musical o una obra. Admito que soy perfeccionista, que es difícil para mí no aburrirme y mantenerme extasiada frente a un espectáculo, película, obra, programa de TV, etc. Pero me quedé como una idiota mirando el escenario desde el principio hasta el final de On Your Feet.

Las actuaciones son tremendas, la música y los arreglos musicales son excepcionales, el ritmo endiablado y cada línea del libreto no tiene desperdicio. Terminé llorando, riendo, pensando, y sobre todo, me sentí sumamente orgullosa de ser latina y de que los latinos hagan cosas tan profesionales, tan bien escritas, tan bien montadas y llevadas a escena con una perfección y gracia que solo me hace confirmar lo que siempre digo en televisión: EL MUNDO SE DIVIDE EN DOS GRANDES GRUPOS, LOS LATINOS Y LOS QUE NOS ENVIDIAN.

Esa abuela tan adorable, cómplice de su nieta (Gloria Estefan) a quien empuja amorosamente a lograr sus sueños, con una complicidad contagiosa, llena de ternura y positivismo me robó todo mi dinero o mis cuartos, como decimos en República Dominicana. Ni qué decir de la mamá, estoica, autoritaria, exigente y dominante. Cuánto me recordó a la mía, obsesionada con que su hija estudiara y tuviera una «profesión» ya que en el fondo ella era una artista que vio truncada su carrera por la Revolución Cubana y estaba llena de miedos. Razón no le faltaba.

Esa era la única forma de ayudar que conocía, como mi mamá. En un momento dado, hizo un «corte emocional» con su hija a quien adoraba. Dejó de hablarle a la hija y de responder sus llamadas porque se casó con ese novio que la llevaba a ella y a su hermana al mundo de la música, a luchar por su sueños en un país que definitivamente no quería (¿o no quiere aún?) a los latinos. A esos latinos que han ido conquistando poco a poco un espacio, a gente como Emilio y Gloria que lucharon duramente para lograr que los oyeran y los dejaran entrar. Sin ellos, quizás hoy a una Zoé Saldaña, una Sofia Vergara, un Don Francisco o un Jorge Ramos, entre muchos otros, les hubiera sido mucho más difícil demostrar su talento y su aporte a este país donde siempre, como dice mi paisano Juan Luis Guerra, seremos «extranjeros».

Gracias a un terrible accidente que casi le cuesta la vida a Gloria, su madre rompe su «corte emocional» y corre al lado de su hija y la cuida, la apoya dejando atrás toda su rabia, rencor y dureza. Como casi todas las madres latinas, ella solo luchaba por sus niñas (para nosotras nunca crecen) y a su vez con ese miedo y depresión profunda con la que vivimos la mayoría de los inmigrantes latinos.

Nunca olvidaré la primera vez que decidí salir de mis país en los noventa con mi hija pequeña hacia Miami, oír la canción de Gloria mientras manejaba en esta ciudad que decía «la tierra te llama, la tierra te da en medio del alma…». Las lágrimas corrían por mis mejillas, nuestra depresión al dejar atrás a nuestras familias, amigos, costumbres, etc. Y enfrentar un país difícil, un país que es una escuela tan fuerte o más que la mamá de Gloria, es algo muy difícil. Imagino que para ella fue aún peor, sola y con su marido enfermo, luego de ir a la guerra defendiendo este país que no era el suyo.

Además de ese terror de no poder cumplir como madre, esposa y ser humano que emigra, en el caso de muchos cubanos, sin poder mirar atrás, es algo que vivimos las madres cada día. Como siempre digo, nos entregan los hijos y nunca traen un manual de instrucciones. Nos preparan para todo, menos para la vida.

Fueron estos dos personajes quienes más me impactaron, pero todos estaban formidables. Una Gloria y Emilio jóvenes, luchando y cantando. Cantaron y bailaron como los dioses. Muy buena la coreografía y los vestuarios. Drama, risa, dolor, miedo, angustia y amor, un amor entre ellos, un amor a la música, a sus orígenes, a sus raíces, al arte y sobre todo una determinación profunda de lograr sus sueños.

Si aún no ha visto On Your Feet, corra a verla y disfrute un tiempo que al final lo hará sentir pleno y renovado…aunque haya llorado. Esa sensación tan maravillosa que solo la da ver y vivir el arte a plenitud. Gracias Emilio, gracias Gloria.

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