Por la Dra. Nancy Alvarez.
Desde que llegué a EEUU, he dicho lo mismo: hay un problema muy serio con la violencia, la familias, las adicciones y las armas, entre otras cosas.
Tampoco he parado de observar —y de quejarme— sobre la influencia en las decisiones importantes de jueces, políticos, de los poderosos, económicamente hablando o de los “lobistas”, que sustituyen al hombre del maletín negro de nuestros países. O sea, quienes llevan el dinero a senadores o diputados para que aprueben o bloqueen una ley.
La gente me pregunta en la calle por qué, a pesar de odiar a casi todos los políticos, hablo tanto sobre ellos. Y les contesto: porque destruyen a las parejas, las familias y, por ende, a la sociedad. Se olvidan de la importancia que tienen para mejorar el mundo. Así, el mundo, en vez de avanzar, se ha ido convirtiendo en un desastre, del que son responsables en gran parte.
La sociedad es igual a la suma de las familias que la componen. La base de la familia es la pareja. Con razón estamos tan mal. Y si sumamos lo difícil que es buscar verdadera ayuda profesional, y la falta de valores, tenemos una bomba atómica a punto de explotar.
Por eso, me da tristeza oír a muchos diciendo que quien mató a 19 niños pequeños era solo un enfermo mental, que la familia no tiene nada que ver. También, a los defensores de que haya más armas que seres humanos. Y no simples armas, para supuestamente defenderse. Son artefactos que no existían cuando se escribió la famosa Segunda Enmienda, destinados a las guerras, construidos para matar, y no para defenderse.
El tiempo pasa, y la Constitución debe adaptarse a los tiempos. Además, ¿por qué no se cumple la Primera Enmienda? En las redes, hay más palabras prohibidas que permitidas. Y de ciertos temas solo pueden hablar quienes políticos, jueces y las mal llamadas “instituciones”, se lo permiten.