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¿La pornografia, muerte del deseo?

Es muy importante hablar de pornografía en esta época porque es realmente una pandemia y un terrible negocio que genera millones de dólares y que nos invade por todas partes, en particular por Internet. Hay que mirar la pornografía de forma crítica y que la gente sepa distinguir entre lo que es y no, y cuáles son sus consecuencias.

Estoy en contra de la represión y el dogmatismo en cualquier creencia, ciencia, arte, etc. y mucho menos en el área sexual. Históricamente, el dogma y la represión han influido muy negativamente en la educación sexual en el mundo y ya estamos viendo las consecuencias: embarazos no deseados, suicidios, abuso infantil, infecciones sexuales, violaciones, parejas que no funcionan, familias destruidas y un gran etc.

No pretendo que se prohíba la pornografía, ni que se culpe a quien la consume. Después de leer este artículo, estará más informado y tomará sus decisiones respecto a ella. Ese debe ser el camino; informar, educar y respetar la libertad del otro. Siempre y cuando no olvidemos que, como dijo Benito Juárez, “el respeto al derecho ajeno es la paz”.

La pornografía revela de forma clara nuestra relación con el cuerpo, con el deseo, con uno mismo y con el otro ser humano con quien nos relacionamos o tenemos sexo. Como bien dice mi profesor del doctorado en sexualidad, José Luis Castillo, la sexualidad no puede ser separada de la afectividad.

¿Qué es fundamental para que exista el deseo?

En la pornografía no existe reciprocidad, ni «encuentro» con el «otro» y por ende no hay lugar para la afectividad. La sexualidad es comunicación verbal profunda con el “otro», es relación con otro guiada por los vínculos de afecto, y es ese vínculo el que mantiene y nutre el deseo. La intimidad, el respeto, el compromiso, la igualdad, la simetría en la pareja, la justicia relacional y la reciprocidad, son fundamentales para que exista el deseo. En una relación de pareja somos personas en una relación significativa con otro ser humano, no somos cosas, ni objetos, somos sujetos.

Somos «sujetos no instrumentos”, individuos libres y autónomos, algo imposible de lograr en la pornografía, que es solo una mala caricatura de la relación sexual. En la pornografía no existe la reciprocidad, ni la afectividad, mucho menos la libertad, y el respeto a la dignidad del “otro”. Por el contrario, la pornografía es un espacio de dominación, anulación de la libertad del otro, el sexo no relacional, sin intimidad, ni vínculo alguno. Es el uso del otro como un objeto para obtener placer, por lo que el deseo se va por una ventana.

Recuerde, la pornografía es igual a actos sexuales donde el «encuentro» entre los protagonistas no existe y la sexualidad es todo lo contrario. La sexualidad es realmente abandono de un ser humano en el otro, volverse vulnerable, entregarse y «encontrarse». Como diría Antoine de Saint Exupery en El principito, es dejarse domesticar por otro, crear un lazo, un vínculo y una relación significativa. Nada más lejos que esto es lo que se da en la pornografía.

Muchos creen que la pornografía pretende despertar el deseo pero nada más lejos de esta realidad. ¿Pero qué es el deseo? Desear es tratar de obtener algo, anhelar algo fuertemente. Es la esencia del ser humano. Es difícil de definir, pero todos sabemos qué es; es el motor que nos mueve y nos da sentido en la vida. Por años se ha definido el deseo en relación con el objeto deseado. Aunque esto se queda corto, hay una serie de enunciados, tales como:

  • Cada deseo se dirige, tiene un objeto. Yo deseo este hombre o esta mujer. Es algo que me arrastra a ese objeto y que no puedo manejar fácilmente. El deseo ha provocado guerras y ha logrado que reyes renuncien al trono.
  • Cada objeto de deseo tiene varias características que lo hacen deseable para ese individuo que lo desea. Se repite a través de la vida que la gente desee a personas con ciertas características, de ahí que hoy sepamos cómo influyen las relaciones de los padres y entre los padres en los objetos de «deseo» en su futuro. O sea, nos enamoramos de acuerdo a esa relación con papá y entre nuestros papás (Teoría de relaciones de objetos).
  • Cada vez que un individuo desea algo tiene una inclinación, es propenso a realizar lo que le permita obtenerlo, pero hay mucho más que esto implicado.
  • No se puede hablar de un deseo particular, sino en relación con las características específicas del objeto deseado.

Así que es virtualmente imposible que la pornografía mantenga el deseo, más bien lo ayuda a desaparecer. Lo que sí sabemos hoy que solo una verdadera relación de intimidad y de justicia relacional contribuyen a mantener el deseo sexual. Eso no se resuelve con una pastillita ni con una película o foto pornográfica.

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