Cada vez que hablo o escribo sobre lo difícil que es ser hombre, recibo muchísimas llamadas, mensajes y comentarios a través de las redes sociales de hombres interesados en el tema. Ellos me piden que siga elaborando al respecto, que les dé más información y un gran ETC. Me emociona saber que existan cada vez más hombres dispuestos a crecer. Para hacerlo, deben superar una serie de mitos tontos y sin sentido en esta época de Internet y globalización. Walter Riso, en su libro Intimidades masculinas dice lo siguiente al respecto:
«Pese a que el poder masculino ha sido trasladado del garrote troglodita al maletín ejecutivo, la fuerza física aún es un requisito importante de masculinidad para muchos hombres y mujeres….Muchos adolescentes hombres muestran serios problemas de autoestima y autoimagen porque se perciben a sí mismos como enclenques, demasiados flacos o alejados del patrón «fornido» tradicional: «Me gustaría tener más espalda», «Quisiera ser más grueso»… El silogismo es claro, aunque falso: «Un verdadero hombre debe ser fuerte, la fortaleza está en los músculos. Yo no tengo suficiente desarrollo físico, por lo tanto soy poco hombre y poco atractivo».
Esto los lleva de cabeza al gimnasio y a los anabólicos, aunque les hagan daño a su salud. Las mujeres tenemos parte de la responsabilidad al derretirnos ante un cuerpo musculoso. Seguimos valorando esa fuerza masculina que tanto criticamos. No solo valoramos la fuerza física, los brazos fuertes, definidos y la espalda a lo Espartaco. También les exigimos a los hombres ser valientes, seguros de sí mismos, determinados, autoritarios y dominantes. Eso, hasta que nos casamos con ellos y estas «cualidades» se nos tornan insoportables. No acabamos de entender que pedirle esto a los hombres es una forma de someterlos a una socialización, a una crianza, inhumana, dura, fría y distante.
Para poder llegar a complacer a la sociedad, a sus familias y a las mujeres, los hombres sufren y se acostumbran a comportarse de manera inadecuada, se vuelven analfabetos emocionales. Y aunque las cosas han ido mejorando, aún la debilidad masculina es vista con cierto desprecio por nuestra sociedad.
¿Qué se espera del varón?
- Que resista el dolor físico y el psicológico
- Que sea valiente
- Que sea seguro de sí mismo
- Que sea fuerte pero a la vez tierno, comprensivo y amoroso.
Es importante destacar, que en una pareja esas «cualidades» masculinas son desastrosas. La relación de pareja se basa en la intimidad y para lograrla hace falta lo siguiente:
- Tornarse vulnerable
- Desnudarse por fuera y por dentro
- Mostrar nuestras emociones y comunicarlas
- Ser tolerante y comprensivo
- Respetar la cosmovisión del otro
- Aprender a compartir el poder
¿Con lo que le enseñamos a nuestros hombres, los preparamos para eso? Creo que no. Muchas de esas cosas van en contra de lo que hemos etiquetado como ‘masculino’. Para todo lo dicho, no es requisito tener fuerza física. Firmeza y honestidad, nada tienen que ver con la fuerza física, ni el autoritarismo. Debemos comenzar a promover la liberación masculina, ya que una mujer nueva al lado de un hombre “tradicional, no liberado” solo conduce a esta realidad: aumento de feminicidios, divorcios, problemas sexuales y MUCHO DOLOR en las parejas, en las familias y en el mundo.
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