En nuestros países es normal que el alcohol rodee toda interacción humana: cenas, fiestas, bodas, encuentros… De hecho, la mayoría de la gente hoy abusa del alcohol. Muchos terminan siendo alcohólicos, con todas las consecuencias que esto tiene en la familia, los hijos, la sociedad y la pareja.
Yo vengo de dos familias alcoholizadas. Mi abuelo paterno era alcohólico, al igual que el materno. En todas las familias que descienden de estas hay alcohólicos, porque se transmiten las pautas, las mismas conductas que definen una familia alcoholizada.
Las adicciones, y entre ellas el alcoholismo, son más complicadas de lo que usted piensa. Es quizás lo más difícil de controlar, ya que hasta ahora no se cura, solo se controla. Y yo creo firmemente que es debido a que no se trabaja lo suficiente con la familia.
Hay familias secas (no se bebe alcohol en exceso) o mojadas (uno de sus miembros lo bebe, con todas sus consecuencias). Un miembro alcohólico puede pasar años sin beber y volver a caer. ¿Por qué? Porque existen una serie de pautas en la familia que originan la conducta alcohólica, o la mantienen.
Si el alcohólico es papá, los hijos saben lo que pasa, pero no pueden hablar de ello. Cuando papá bebe y llega tarde a la casa, todos esperan vientos huracanados. Casi siempre llega violento, maltrata a los hijos y a la mamá. Todos le temen porque se torna incontrolable. Todo el mundo se entera de lo que pasa por los gritos, los pleitos, el escándalo, los golpes, etcétera. De ahí viene la vergüenza al otro día, porque sus vecinos saben lo que pasó.
Utilizamos la calificación de “familia alcoholizada” cuando el miembro alcohólico impacta todo lo que tiene que ver con su familia: la comunicación, la emociones y sus intercambios, sus proyectos para el futuro, sus vidas en general. Esta familia se “organiza” alrededor del miembro afectado.
Ellos tienen mandatos como:
- No sentir
- No confiar
- Mucha vergüenza
- No hablar sobre el tema
Con esos mandatos, ninguna familia puede funcionar. ¿Qué se puede hacer? Mucho, pero hay que decidir cambiar la situación. Aceptar que se pertenece a ese tipo de familia, en vez de callar.