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En el siglo XXI, ¿existe el machismo?

Quiero creer que está superado. He trabajado tanto para que los hombres superen el machismo, que decidí trabajar con las mujeres para que acepten que la masculinidad está en crisis cada día más. Hemos educado en esto, pero no lo hemos hecho bien. Si así hubiera sido, no existirían los movimientos como el Me Too. Tampoco seguiría subiendo la violencia intrafamiliar, los feminicidios y un gran etcétera. Habría más mujeres en puestos importantes y ganaríamos igual que los hombres.

No soy feminista, y nunca lo he sido. Aun así, muchos hombres me odian porque, según ellos, soy “culpable” de su divorcio o de que su pareja ya no sea la ovejita que ellos manipulaban. Creían que impulsar a la mujer a estudiar, a ser independiente, a darse a respetar, a invadir el espacio masculino, era ser feminista.

Es imposible que yo sea feminista. Desde pequeña trabajé cantando y a los 15 años ya ganaba más que mi papá. He ganado más dinero mensualmente que el presidente de Estados Unidos. Pienso que eso me ayudó a ser autosuficiente, a lograr mis metas, en vez de quejarme de los hombres y de asumir el papel de víctima. Tampoco apoyo, ni apoyaba en esos años, el hecho de que las mujeres eran sumamente acosadas sexualmente por los hombres. Luché contra esa desigualdad. Y, aunque hoy en mi país, República Dominicana, hay más mujeres que hombres en las universidades, seguimos siendo uno de los países con más altas tasas de feminicidios en el mundo.

Me pregunté: ¿por qué no logro que esto cambie? ¿Por qué los hombres pensaban que era una feminista furibunda que solo hacía que su mujer cambiara? Me di cuenta de que ese no era el camino. Ya la mujer había hecho su liberación femenina, pero el hombre no. Y, si como psicóloga no lograba que el hombre entendiera que el viejo masculino no funcionaba, había fallado o no había podido comunicarme eficazmente. ¿Por qué educar y ser congruente no lograba lo que yo quería? Porque la familia es un sistema, y lo que pasa en el sistema afecta a todos sus miembros.

Lo que yo hago, va a definir lo que mi pareja, sea hombre o mujer, haga. El hombre no es el malo de la película, ni la mujer tampoco. Simplemente estamos bailando un baile que hace tiempo nos enseñaron y que, de manera inconsciente, continuamos sin darnos cuenta.

He vivido en el mundo de los hombres desde hace mucho tiempo. Descubrí que hacernos respetar y poner fronteras, decir “no”, sin necesidad de hacer un escándalo o ponernos a llorar, funciona. En toda relación, lo que usted hace o deja de hacer, determinará lo que finalmente pase. Eso me hizo cambiar: desde hace años, no defiendo ni acuso a ninguno de los dos. Solo doy pautas para hacer que su relación funcione. Es el único camino.