Dos cosas me hicieron pensar en la familia funcional. La muerte del esposo de la Reina de Inglaterra y una serie de Netflix llamada “El panadero y la bella”. Empezar por la segunda es más fácil. Es una familia latina, si es que eso puede existir. Si algo diferencia a una persona de Inglaterra de una latina, es precisamente lo que los terapeutas familiares llamamos “cercanía-distancia”.
No significa que los ingleses o los norteamericanos no amen a sus hijos, padres, abuelos o tíos… Lo que sí está claro es que no expresan sus emociones, ni sus sentimientos. Por ende, son más distantes, menos expresivos, mucho más parcos, callados y fríos.
Los latinos somos más cariñosos, expresivos y cercanos. ¿Por qué esto es importante? Como sabemos, los extremos se tocan, y ambos son malos. Estar tan cerca de los seres amados puede ocasionar que, al casarnos, creamos que amar a la familia antigua está por encima de amar a la nueva.
Como no me canso de repetir, los hijos deben “divorciarse” de sus padres, para tener un matrimonio exitoso y una familia funcional. Esto no implica abandonarlos y solo dedicarnos a la nueva familia. Pero no será fácil. La lealtad nos ata y con frecuencia nos cuestionamos a qué lado debemos dar más, y cuándo.
En “El panadero y la bella”, la mamá y el papá no dejan que sus hijos crezcan; deciden por ellos y les asignan sus trabajos en el futuro. Por ejemplo, el hijo mayor deberá olvidar sus sueños y cuidar la panadería cuando el papá envejezca. Eso pone al muchacho en una encrucijada. ¿Esos padres maravillosos, que me han dado tanto, merecen que los abandone?
Y aquí se rompe la primera regla de una familia que funciona: debemos empujar a nuestros hijos a ser libres, a perseguir sus sueños, ¡no los nuestros! Ser grandes padres significa dar al mundo hijos independientes que aportan a la sociedad. No se obtiene abrazando tan fuerte, porque un abrazo así “asfixia”.
Lo que pasa en la Familia Real, no solo de Inglaterra, es que hay tanta rigidez y distancia que no funciona. Las decisiones se toman desde que los pobres niños nacen. Y así es imposible tener a gente sana emocionalmente. La distancia es su regla. Y el “qué dirán” y cómo afecte a la corona, es más importante que el afecto, el vínculo y el apoyo emocional. No lo copien, porque no funciona.