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El poema de los corruptos


“Un torturador no se redime suicidándose. 
Pero algo es algo”. Mario Benedetti.

no con el sudor de la frente de los demás,

es un mandato divino.

Está en la biblia.

Quién acumula fortuna con el trabajo ajeno,

no puede llamarse cristiano,

ni decirle hermano a su prójimo,

Aquel que se vale de su posición pública para llenar sus arcas,

no puede ir a misa, ni arrodillarse ante la imagen de Jesús.

Aquel que le roba a su pueblo es ladrón mil veces.

No merece el perdón del Señor, ni muerto.

No puede ir a la iglesia y besar la mano del cura

porque la mancharía de sangre proletaria

porque burlaría el dolor de campesinos harapientos.

Porque sería una bofetada a los herederos de la miseria

El prevaricador no cura sus pecados dando una limosna en la catedral,

ni confesándose con el Cardenal.

Mucho menos rezando cien Padre Nuestro y cien Ave María.

Llamarle corrupto a un corrupto no puede ser pecado,

Gritarle ladrón a un ladrón no puede ser injuria.

No puede ser difamación acusar al depredador de asesino en serie.

No puede ir a la cárcel quien denuncia a un corrupto.

Como diría mi padre,

que en paz descanse en su pobreza,

Quién denuncia o mata a un corrupto,

merece una condecoración popular

Y la absolución de Dios.