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El mejor amigo de mi hijo

En los últimos años, aparentemente la imagen de la figura paterna y materna han perdido popularidad. Los padres modernos, como una manera de decir que no quieren ser rígidos como fueron sus padres, a menudo dicen “mi hijo confía en mí porque yo soy su mejor amigo/a”. Aunque respeto la manera en que cada persona decide relacionarse con su hijo, en mi opinión, en esta desvirtuada amistad radican muchos

problemas familiares

  y de crianza. En la

psicología infantil

  abunda la literatura sobre los diversos estilos de crianza.

Si entendemos que la maternidad/paternidad es un estrecho lazo amoroso que se desarrolla desde antes de tener en brazos a ese ser al que engendramos o adoptamos, ¿cómo es posible pensar que una amistad es mejor que eso? Durante toda su vida, un ser humano puede tener muchos amigos, pero padres solo tendrá, con suerte, un par.

Cuando decimos que somos amigos de nuestros hijos nos estamos colocando en una relación entre iguales que a menudo supone permisividad y complicidad. Por su puesto, los padres en un momento dado pueden ser cómplices, pero nunca deben tratar los hijos como iguales. El respeto debe fluir en ambas direcciones, pero la crianza no siempre debe ser democrática. Los padres están para cuidar y custodiar a sus hijos y esto supone amar más allá de lo que el hijo puede comprender. Es decir, hay momentos en que contradecir a tu hijo y ponerle límites claros es amarle.

Es muy importante que nuestros hijos sientan nuestra aceptación y apoyo. Que nos reconozcan como seres coherentes que nunca tenemos la intención de maltratarles. Así mismo, deben ver en nosotros una figura que mantiene su palabra y que les da seguridad. Si un niño sabe que manipula a sus padres fácilmente igualmente sabe que en una situación de peligro estos no tendrán la fuerza para protegerle porque les considera personas débiles. La meta de todo padre debe ser que algún día su hijo diga de manera espontánea: “No importa que mi padre sea obsoleto o a veces insoportable, tengo la certeza de que si lo necesito está ahí para ayudarme y protegerme”.

Ser padres es un privilegio. Debemos dar lo mejor de nosotros mismos en todo momento para favorecer que esa persona a la que amamos y custodiamos crezca armónicamente. No se trata de ser ogros, ni de ser hadas. Se trata de ir aprendiendo sobre la marcha, compartiendo tiempo de calidad que nos permita ir conociendo profundamente a nuestro hijo e ir descubriendo la mejor manera de guiar a ese ser. Pues como saben, no existe un librito con instrucciones y cada hijo necesita un tipo de crianza diferente.

No quiero que seas amigo/a de tu hijo/a, pero sí te sugiero que como buen padre/madre trates de:

  • Pasar tiempo de calidad con tu hijo
  • Aprender a escucharle cuando habla. Cosas que para ti son insignificantes, para él pueden resultar el drama de su vida.
  • Dar valor a tu palabra. Nunca prometer algo (premio o castigo) que no puedas cumplir.
  • No pretender ser un súper papá/mamá que lo acapara todo.
  • Dar espacio para que tu hijo opine y vaya tomando decisiones autónomas.
  • Recordar que eres una persona y que también debes dedicarte tiempo a ti mismo/a porque en la medida en que seas feliz, más fácil se te hará guiar a tu hijo al camino de la felicidad. Padres amargados tienen hijos…

Escrito por: Aurora Badillo Calderón

FB Crecer sin cicatrices

Contacto: crecersincicatrices@gmail.com

Aurora Badillo Calderón es educadora, esposa y madre.

Es magister destacada en Educación Primaria y Diplomada por la Universidad Católica del Uruguay en certificación con la UNESCO en Diseño y Desarrollo Curricular.

Además, tiene especialidades en “Enseñanza de la lectura y la escritura en la escuela primaria”,

“Alta gestión de proyectos” y “Gerencia y productividad”.

Ha dedicado la última década a la capacitación docente y coordinación de proyectos educativos.

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