Escrito por: Aurora Badillo Calderón
Buen día, estoy llamando porque quisiera encargar un hijo. Le acabo de enviar un formulario con todas las especificaciones. Recuerde que quiero un campeón, buen deportista, con calificaciones excelentes, que su sabor de helado favorito sea pistacho y que nunca tenga mocos.
Sería muy diferente si hiciéramos llamadas como ésta y pidiéramos los hijos por catálogo, pero la realidad es que cada hijo viene con su propio código genético y no podemos hacer mucho al respecto. De otro modo, sería aburridísimo y no viviríamos la aventura de descubrir cada día qué cualidades tiene esa persona y cómo podemos ayudarle a crecer.
Mientras esperamos el nacimiento, fantaseamos sobre cómo será y qué cosas le enseñaremos. La crianza que demos a nuestros niños influirá grandemente en quiénes son y serán. Sin embargo, debemos recordar que gran parte de lo que son nuestros hijos está fuera de nuestro control tanto en cuanto a lo físico como a la personalidad. Por esto, es inútil pelear contra su naturaleza y querer “moldear” los niños de acuerdo a nuestros caprichos.
He visto madres someter a sus hijas pequeñas a “torturas químicas” para que tengan el cabello que ellas soñaron y padres golpear a sus hijos adolescentes porque reconocen su homosexualidad. Nuestras ideas preconcebidas nos hacen sufrir y nos alejan innecesariamente de nuestros hijos.
Generalmente, el hijo que soñamos y el que tenemos no se parecen y debemos abrir nuestra mente y corazón en busca de la aceptación y valoración de ese ser humano o de lo contrario muchas lágrimas correrán.
La autoestima de una persona empieza a fundamentarse a partir de lo que esa persona cree que sus padres creen de ella. Por eso los hijos valorados, amados y aceptados suelen ser emocionalmente más sanos.
Un hijo es un producto sin devolución, ni garantía y la misión de los padres/madres es custodiar y amar incondicionalmente a ese ser maravilloso y no querer “arreglarlo” como si fuera un artículo defectuoso.
Invito a que cada padre/madre se proponga descubrir a diario una cualidad positiva de su hijo y se atreva a soñar despierto con el hijo que la vida le dio, visualizando todo aquello que le traiga salud, bienestar y alegría.
Escrito por: Aurora Badillo Calderón
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