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Discapacidad, ¿desgracia u oportunidad?

A menudo me pregunto de qué manera ayudamos a nuestros niños a valorar y respetar la diversidad. Por ejemplo, cuál es nuestra reacción cuando vemos a una persona “discapacitada” o mejor dicho “diversamente hábil”. 

¿Alguna vez nos hemos puesto a pensar que a menudo las personas a las que les falta algún sentido, por ejemplo los ciegos, potencializan el resto de los sentidos logrando tener destrezas que los videntes no imaginamos? ¿Alguna vez nos hemos puesto a pensar que una persona con Síndrome de Down tiene una capacidad de amar y ser feliz superior a la de quienes no tenemos esta condición? En tal sentido, debemos ser muy cuidadosos al momento de transferir a nuestros niños el sentimiento de “pena” por aquellos que son diferentes, esto dejaría implícito que nos creemos superiores.

Cuando tratamos con personas diversamente hábiles, tener “pena” nos impide estimular su desarrollo y, por el contrario, nos lleva a inutilizarlos. Debemos cambiar la pena por respeto y valorar cuántas cosas esas personas han aprendido a hacer de manera diferente y cómo han “sacado ventaja” a su condición para potencializar otros campos.

El respeto no solamente es válido en el caso de las personas con alguna “discapacidad”, también vale para aquellos con diferentes ideologías y elecciones. Tener un mínimo de apertura mental para reconocer que, quizás, no somos dueños de la única verdad, puede ser sano. Claro, pedir respeto o evitar tener “pena” o lástima no nos quita la posibilidad de ser corteses, amables y empáticos.

Algunas sugerencias para ayudar a nuestros niños al respecto son:

  • Reflexionar con sinceridad si, como adulto, valoro y respeto la diversidad.
  • Hablar con mi niño al respecto. Seguramente el tema le provocará curiosidad respecto a por qué existen carencias genéticas y demás.
  • Leer libros, ver películas y programas en los que participen personas diversamente hábiles. Por ejemplo, compartir los juegos paraolímpicos es una excelente opción. Así verán que a menudo personas “discapacitadas” logran más que las personas no consideradas “discapacitadas”.

Una vez tuve la oportunidad de participar con mi hijo en una actividad organizada por el Instituto de Ciegos de Milán, llamada Diálogo en la oscuridad. Estuvimos dos horas totalmente a oscuras tratando de hacer actividades cotidianas. Fue sumamente interesante y enriquecedor. ¡Que difícil era no ver y, sin embargo, los no videntes podían hacer todo con mucha agilidad y soltura! Seguramente, en todas las ciudades del mundo los diferentes institutos realizan actividades para dar a conocer ligeramente el mundo de las personas con otras condiciones. Llevar a nuestros niños a tales actividades despertará su sensibilidad y respeto.

Finalmente, recuerde que lo más importante es que su niño entienda que las adversidades traen virtudes, que enfrentarnos a situaciones “limitantes” nos puede hacer desarrollar otros superpoderes y que todos los seres humanos merecen respeto por el simple hecho de ser persona.

Escrito por: Aurora Badillo Calderón

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