El hombre ha vivido obsesionado por cómo retener y avivar el deseo y así escapar de la rutina al hacer el amor, sentirse deseado y desear a su
pareja
por siempre, tanto como el primer día o la luna de miel. Actualmente, el asunto que más preocupa a los sexólogos es la falta de deseo, algo muy común en las mujeres pero que hoy se está volviendo una epidemia en los hombres. ¿Por qué está pasando esto? ¿Cómo podemos resolverlo?
Los comerciantes nos invaden con todo tipo de “estrategias, técnicas, cremas, pastillas” que generalmente prometen lo que no cumplen y en el caso de la mujer es peor. Entender el deseo femenino y cómo mantenerlo es mucho más complicado de lo que se cree debido a que ella tiene muchas más exigencias que el hombre.
Con mucha frecuencia digo que el hombre, en su mayoría, es un pene erecto caminando por la vida, además de ser un analfabeto emocional. El “deseo ” en él tiende a ser más sencillo. Ha sido educado separando el amor del sexo y casi todos se excitan hasta con una escoba en minifalda. Pero ¿qué pasa cuando él tiene una
pareja
estable y su deseo empieza a decaer?
Esta falta de deseo que arropa al mundo actual ha provocado que muchas farmacéuticas investiguen y traten de ofrecer, en un futuro cercano, una “pastilla que resuelva el problema ese”. Nada más lejos de la realidad. Esto sólo denota falta de conocimientos sobre
sexualidad
y relaciones de
pareja.
La mujer, adicta al romance, tiene más exigencias y más complicaciones para mantener y expresar su deseo sexual. Los padres de la sexología, William Master y Virginia Johnson, ignoraron el deseo en el ciclo de la respuesta sexual. Ellos comenzaban con la excitación, o sea, la respuesta sexual comenzaba cuando el hombre tenía una
erección
y la mujer, entre otras cosas, lubricaba, sus pezones se endurecían, etc.
Sin embargo, Basson plantea un nuevo ciclo de respuesta sexual femenina, cuya primera fase es la intimidad, estimulación, excitación, evaluación adecuada de la excitación, deseo, experiencia sexual satisfactoria. Muy lejos de comenzar con deseo, la respuesta sexual femenina tiene cuatro pasos antes de llegar a este, mientras que para el hombre el deseo es el primer paso.
Aún más complicado: siendo la mayoría de los hombres analfabetos emocionales, ¿cómo demonios van a tener herramientas para crear y mantener la intimidad, algo imprescindible para la mujer? Ya lo decía John Gray: el hombre llega al afecto a través del sexo y la mujer llega al sexo a través del afecto. Con razón el deseo es el gran desconocido.
Mi concepción es aún más profunda: nuestras mochilas emocionales, las experiencias familiares, la relación con nuestros padres y, a su vez, la relación entre ellos marcan profundamente la
sexualidad.
La lucha por el poder, las desigualdades de género, la rabia tragada, y las necesidades insatisfechas de sentirnos amados, cuidados y comprendidos tienen más que ver con el deseo sexual que los “famosos” productos que supuestamente lo aumentan. ¡Abajo los afrodisíacos, arriba el amor y la calidad de los vínculos profundos!