Lo común es que los divorcios sean un caos, pero esa no debería ser la norma. Así como nos preparamos para casarnos, debemos prepararnos para divorciarnos.
Es común que la mayoría de los divorcios sean conflictivos. No quiere decir que sea lo “normal”. Lo normal es no usar al niño como un chicle para pegar a los padres o una pelota que tiran de un lado a otro.
En Florida, los jueces exigen a los padres no hablar con los niños sobre el divorcio. Esto no se cumple, y mucho menos en la prensa, la televisión y las redes… Más aún si el niño es hijo de un famoso.
A veces peleamos durante el divorcio por la llamada “custodia compartida”, que casi siempre sale afectando al niño. ¿Por qué no es lo mejor para ellos? En la famosa custodia compartida, el niño pierde estructura y pertenencia a algo y necesita un origen. En un divorcio, existe lo legal y lo emocional. Los únicos que deben luchar por no dañar a sus hijos, emocionalmente, son los padres. Llegamos a lo legal cuando no podemos manejarlo como adultos. Por lo que siempre digo: el matrimonio es solo para adultos.
Cuando entra en juego lo legal, se complica todo y los abogados hacen su agosto robando. La pelea se torna inhumana. La ley, los abogados y los jueces, unidos a los padres, se llevan al niño entre las patas. El que supuestamente debería ser defendido, se convierte en víctima. Mientras más dinero tengan, más crueles serán ambos bandos.
Entran a ser manejados por jueces que no saben nada del tema. Sí, nada. De ser así, no sabrían de leyes, ya que no podrían estudiar a fondo todo lo implicado, ni pueden pagar a psicólogos, terapeutas familiares bien preparados.
Para entender este circo y llegar a conclusiones, he estudiado por más de 40 años un PhD en Psicología Clínica y otro en Sexualidad Humana; un Máster en Terapia de Parejas y casi un PhD en Terapia Familiar, entre muchas otras cosas. Y sigo aprendiendo. Confirmo que ningún juez sabe cómo manejar estas situaciones, porque no es fácil. Y para saberlo, hay que tener conocimientos en diversas áreas de la psicología.
Que tampoco me digan que cuentan con la asistencia de expertos en el tema. Nadie con conocimientos profundos en estas áreas trabajaría por un sueldo que no alcanza para vivir decentemente.
Tampoco puede acceder a la justicia quien no tiene mucho dinero, y esto es algo que da asco y vergüenza. De hecho, los mismos abogados te dicen: “no insistas, esa persona no tiene dinero, ¿para qué demandarla?”. Yo creía que la justicia no era un asunto de dinero.
El divorcio no es el problema, pero el meollo es cómo se maneja. Tristemente, casi nunca es tratado eficientemente, ni por los padres ni por la “justicia”.