Muchos se quejan de sentir a su pareja «lejos». En una relación, cuando existe distancia, por lo general se persigue un supuesto intento de ayudar o dar algún respiro/pausa. O manipular la distancia, en un intento de atraer al otro.
Algunas veces es un experimento retirarse de una relación conflictiva, para poder controlar las propias emociones. Es el caso típico de «me alejo para no pelear o para poder soportarlo». La pareja no confía en poder relacionarse funcionalmente hasta que baje la intensidad emocional entre ambos y ceda un poco el fuego.
A menudo, el que se aleja está mostrando una antigua respuesta suya ante la intensidad emocional que siente dentro de sí. O sea, que se siente muy dominado por sus emociones internamente. Se encierra en sí mismo o simplemente trata de evitar el conflicto, algo que quizás era común en su familia de origen y que él o ella odian repetir en su matrimonio.
Casi siempre, el distanciamiento es una experiencia automática para tolerar la relación al obtener un alivio periódico de su intensidad emocional. Pero la distancia no logra mejorar la situación individual, ni la de la pareja. Puede ser exterior, pero interiormente seguimos conectados emocionalmente.
«Desafortunadamente, el intento de hacer las cosas mejor para uno mismo o para la relación a través de tomar distancia, es raramente exitoso. Exteriormente, los miembros de la relación expresan distancia el uno hacia el otro, pero interiormente mantienen un intenso centrarse el uno en el otro y con la relación. La distancia puede proveer alguna calma emocional temporaria, pero con el tiempo este patrón en verdad intensifica los sentimientos» (Joaquín Disla, M.A.)
Por lo general, las personas distantes aprendieron esta postura en sus familias. Han tenido (y tienen) relaciones superficiales o no significativas con sus hermanos o padres. A menudo, el patrón de distancia viene de otras generaciones en una misma familia, reciclando la conducta de una generación a otra.
Cuando uno mira hacia atrás se da cuenta de que «la distancia», en vez de mejorar la situación, la empeora. Por lo general, en vez de renovar la relación y bajar la ansiedad, ocurre todo lo contrario. Muchos deciden «estar distantes para no vivir en conflicto».
Alguno de los dos puede decidir hablar a nivel de sentimientos, siente que se ahoga y que ya no puede más, pero mientras más expresa su sentir, más el otro se distancia. La pareja es un espacio de comunicación de emociones y sentimientos. Si no es posible comunicarse, no existe pareja. O se busca ayuda profesional o el fracaso es el futuro de esa relación.