Vimos en la entrega anterior que al hombre se le exige fuerza física, ser valiente, tener un cuerpo musculoso, no llorar, soportar dolor, no expresar sus emociones, ser seguro de sí mismo, autoritario y dominante. Pero nada de eso le ayuda a la hora de formar pareja y familia.
¿Qué hace falta para que una relación de pareja funcione y sea exitosa?
- Se requiere una masculinidad diferente
- Amerita que el hombre se alfabetice emocionalmente y que la mujer acepte a este hombre como un ser humano y no como un héroe de novela.
El hombre ya no tiene que matar dragones, ni salvar princesas. No hace falta que salga a cazar para que ella y sus hijos coman. No hay leones, ni fieras nocturnas que amenacen su cueva.
¿Cuáles son las mayores amenazas del hombre?
- Poder ser sensible, considerado y amoroso.
- Que no siempre tenga que ganar.
- Que sepa trabajar en «equipo» y se olvide de ser el jefe.
- Que aprenda a pedir perdón y decir ‘te quiero’.
Necesitamos que los hombres pasen a ser líderes y se olviden de su cacareada fuerza masculina, que además no es realmente fuerza, sino algo más de fuerza física que la mujer.
¿Cuáles son las características de un líder?
- Saca lo mejor de los demás
- Es firme pero no autoritario
- Nos ayuda a crecer
- Nos escucha
- Nos guía
- Aprende de nosotros, como nosotros de él
Walter Riso nos recuerda que «la nueva masculinidad no exige tanto. Un hombre débil puede ser tan varonil como femenina una mujer fuerte. Para ser varones no tenemos que colgarnos de los pulgares, ni rompernos la espalda levantando pesas, ni soportar estoicamente las angustias, ni asumir el papel de un decadente Rambo, un imperturbable Hombre Malboro, o un atlético e insípido Sansón. Basta con que dejemos traslucir lo que de verdad somos, sin pretender vender una idea distorsionada de lo esencialmente masculino. Tenemos el derecho a que la natural fragilidad que anida en cada uno de nosotros haga su aparición y a no sentir vergüenza por ello. Al que no le guste, que no mire.»
En mi consultorio hablaba con muchos hombres con miedo e inseguridad por ser sensibles o delgados. ¡Al punto de que no iban a la playa por no tener un cuerpo atlético! Tenían ‘mala suerte’ con las mujeres, porque no reunían las condiciones de “héroe rescata princesas”. Desde pequeños, les inculcamos a nuestros hombres ser héroes. Desde Superman hasta Robocop, la infancia masculina está plagada de mensajes de este tipo.
De acuerdo a Walter Riso, más que ser muy fuerte, el hombre que sigue estas «líneas» que la sociedad le inculca, termina sufriendo de tres miedos básicos.
- Miedo al miedo
- Miedo a estar afectivamente solo
- Miedo al fracaso
Estos tres grandes miedos acompañan a los «hombres fuertes» que no han entendido que el nuevo masculino les permite ser ellos mismos, ser congruentes con sus sentimientos, disfrutar la intimidad, la ternura, ser verdaderos padres y compañeros de su pareja. En fin, vivir.
Vivir nada tiene que ver con competir, triunfar, ganar y mandar, cosas en las que estos hombres aterrados por el miedo, son expertos. Son quizás esos miedos los que los llevan a consumir alcohol y drogas, a tener una conducta peligrosa y arriesgada, como manejar sus carros a gran velocidad y ser más agresivos. Por algo casi siempre mueren antes que las mujeres.
Lo que se necesita es firmeza, no agresividad. Inteligencia emocional, no fuerza física. Amor, no odio. Paz en vez de tragedia, guerra y muerte.
¿Es el hombre el sexo fuerte? Definitivamente no, gracias a Dios.
Te recomiendo esta lectura: Lo que toda mujer debe saber acerca de los hombres: La afectividad masculina
Riso, Walter. Intimidades masculinas. Grupo Editorial Norma. 2003.
Para leer la primera parte, la puede ver aquí, ¿Es el hombre el sexo fuerte? I de II